Para pensar...

El laberinto

Encuentre una ruta numerada desde el centro hasta salir del bosque

Euler, el gran matemático, descubrió una regla para resolver toda clase de acertijos laberínticos que, como todos los buenos aficionados saben, consiste en trabajar al revés, es decir, desde el final al principio. El acertijo que aquí presentamos, sin embargo, fue deliberadamente concebido para descalificar la regla de Euler, y entre muchos otros intentos, tal vez sea el único que pone en duda su método.

Empiece desde el centro. Avance tres pasos (tal como marca la casilla central) en cualquiera de las ocho direcciones, norte (N), sur (S), este (E), oeste (O), o en diagonal noreste (NE), noroeste (NO), sureste (SE) o suroeste (SO). Cuando haya avanzado tres pasos en línea recta llegará a un cuadrado numerado, que señala el segundo día de viaje, y que será de tantos pasos en línea recta como indique el número, en cualquiera de las ocho direcciones.

Desde este nuevo punto, vuelva a avanzar según la indicación del número, y prosiga de esta manera hasta que llegue a un cuadrado cuyo número le haga dar un sólo paso más allá del borde. Entones habrá salido del bosque y podrá gritar todo lo que se le antoje, pues habrá resuelto el acertijo.
 

 

 

SOLUCIÓN

Para beneficio de aquellos que no pudieron escaparse del interminable remolino de números, diremos que la única salida posible es por medio de una curiosa secuencia de avances y retrocesos a lo largo de una sola diagonal, exceptuando el último paso.

Los movimientos son: Empezamos con 3 movimientos al SO, SO a 4, NE a 6, NE a 6, NE a 2, SO a 5, SO a 4, SO a 4 y luego un audaz salto al NO o al SE rumbo a la libertad.

 Desarrollo de habilidades como objetivo educativo

El desarrollo de habilidades como objetivo de los procesos educativos demanda entonces no sólo claridad en la conceptualización de las habilidades que se pretende desarrollar, sino también precisión en los desempeños que se considerarán como manifestación de cierto nivel de desarrollo, y sobre todo, la plena conciencia de que no es lo mismo proponer el dominio de contenidos que generar experiencias facilitadoras del desarrollo de habilidades.

Una de las formas más comunes de hacer referencia a objetivos educacionales, es en términos de lo que se pretende que un individuo pueda alcanzar a través de la acción educadora: la construcción de conocimientos, el desarrollo de habilidades, la formación de hábitos y actitudes, la internalización de valores, entre otros.

 El desarrollo de habilidades tiene además, como nota característica, la posibilidad de transferencia en el sentido en que una habilidad no se desarrolla para un momento o acción determinados, sino que se convierte en una cualidad, en una forma de respuesta aplicable a múltiples situaciones que comparten esencialmente la misma naturaleza; de allí que se hable de que las habilidades desarrolladas por un individuo  configuran una forma peculiar de resolver tareas o resolver problemas en áreas de actividad determinadas.

 La habilidad, en cualquiera de sus grados de desarrollo, se manifiesta en la ejecución del tipo de desempeños a los que dicha habilidad está referida; en otras palabras, las habilidades son constructos que se asocian a la realización de determinadas acciones que puede ejecutar el sujeto hábil; de allí que frecuentemente se utilicen de manera indistinta las expresiones "desarrollo de competencias" y "desarrollo de habilidades".

 Sin embargo, conviene precisar que alcanzar cierto nivel de competencia en un desempeño supone necesariamente el desarrollo de la o las habilidades que lo sustentan; como se ha expresado antes, las competencias son evidencia o manifestación de habilidades desarrolladas, pero no constituyen la habilidad en sí. Una tarea importante de los estudiosos del desarrollo de habilidades es, por lo tanto, la especificación de las acciones o desempeños eficientes que son característicos de sucesivos niveles o logros en el desarrollo de cierta habilidad.

 Es posible hablar de una gran variedad de habilidades: para argumentar lógicamente, para expresar con orden las ideas, para pensar relacionalmente, para simbolizar situaciones, para realizar síntesis, para detectar situaciones problemáticas, para recuperar experiencias, para manejar herramientas tecnológicas de determinado tipo, etcétera;  en todos los casos, la habilidad en cuestión puede describirse en términos de los desempeños que puede tener  el sujeto que la ha desarrollado.

El desarrollo de habilidades como objetivo de los procesos educativos demanda entonces no sólo claridad en la conceptualización de las habilidades que se pretende desarrollar, sino también precisión en los desempeños que se considerarán como manifestación de cierto nivel de desarrollo, y sobre todo, la plena conciencia de que no es lo mismo proponer el dominio de contenidos que generar experiencias facilitadoras del desarrollo de habilidades.

 

YA CASI NOS LLEGA ÉSTA TECNOLOGÍA  

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FOTOS QUE DAN CUENTA DE LA HISTORIA